Los hospitales deben comenzar a incluir en sus planes de emergencia la mitigación, preparación y respuesta ante un incidente de violencia masiva dentro del mismo hospital.

Cuando pensamos en un incidente de violencia masiva (por ejemplo, un tiroteo activo), rápidamente pensamos en múltiples heridos que son transportados a uno o idealmente a varios hospitales para su rápida atención e inclusive intervención quirúrgica. Desde el punto de vista de los hospitales, y de los profesionales de la salud que laboran en estos, la imagen mental es de la rápida distribución de recursos para poder atender de forma rápida este gran número de pacientes.

En nuestras mentes, este tipo de escenario no ocurre dentro del hospital sino fuera. Hemos visto como  eventos de violencia masiva ocurren en escuelas, iglesias, cines, centros comerciales. Pero nada impide que esto ocurra también dentro del mismo hospital. Es decir, el evento ocurrió dentro del mismo hospital, o de sus inmediaciones.

Primer mito: los hospitales son lugares seguros

El primer paso es entender que el evento puede ocurrir en el mismo hospital. Sería muy ingenuo pensar que los hospitales no son un blanco. Ante todo, ya tenemos múltiples incidentes donde el evento ha ocurrido dentro del hospital: Hartford, Boston, New York, y más de 14 otros eventos donde múltiples personas han muerto dentro de las mismas facilidades del hospital.

Por lo tanto, tenemos que comenzar a operar baj0 la premisa de que los hospitales son un blanco igual que cualquier otro lugar. Si vemos hasta donde han llegado (escuelas, iglesias, conciertos…) no es difícil ver cómo no.

Es bastante común que los hospitales cuenten con medidas de seguridad física. Pero nada de esto ha sido aparentemente suficiente para impedir los eventos descritos anteriormente. Por lo tanto siempre hay medidas que se pueden tomar para mejorar la seguridad física. Este libro habla más en detalle de cómo hacer «target hardening». Es decir, cómo hacer que un blanco sea más difícil de atacar. Sin embargo, siempre hay vulnerabilidades.

Segundo mito: los hospitales están preparados para incidentes de violencia masiva

De primera instancia es probable que usted piense que porque las víctimas están en el hospital, ya están en el lugar correcto. Aunque técnicamente es cierto, en la práctica existen muchas razones por las cuales esto es un falso sentido de seguridad.

Veamos un ejemplo de un tema diferente: la atención ante la muerte súbita que pueda ocurrir dentro del hospital. Uno pensaría que en el lugar están las personas indicadas y los equipos apropiados para atender un paciente que sufre un paro cardiaco. Si la víctima está en el Departamento de Emergencias o la Unidad de Cuidados Intensivos, es probable que el personal y el equipo estén rápidamente disponibles. Pero, ¿qué sucede cuando esto ocurre en lugares donde no se provee cuidado médico, por ejemplo, en la cafetería, el estacionamiento, los pasillos entre edificios, etc? En estas situaciones es probable que los sistemas actuales fallen pues en muchas ocasiones lamentablemente no existe un plan, los equipos y/o la suficiente práctica para responder apropiadamente. Por esto en muchos hospitales hay desfibriladores externos automáticos (AEDs por sus siglas en inglés) colocados en los lugares públicos pues la respuesta es como si estuvieran en cualquiera otro lugar que no brinden servicios médicos.

En primera instancia tenemos el hecho de que mientras está ocurriendo un tiroteo activo, o cualquier incidente de violencia masiva, y la amenaza es directa, lo único que pueden hacer los testigos o víctimas potenciales es correr, huir o pelear. Dentro del hospital, el realizar un «lockdown» y cerrar al paciente en su cuarto puede ser una alternativa para salvar vidas.

Los recursos médicos (equipos y personal) no están equitativamente distribuidos a lo largo y ancho de la facilidad hospitalaria. Aunque es razonable pensar que lugares como el Departamento de Emergencias o la Sala de Operaciones cuente con equipos para atender un sangrado severo, esto no significa automáticamente que estos lugares cuenten con un equipo diseñado específicamente para el triage y tratamiento de víctimas en masa.

Entonces es aún menos probable que las demás áreas del hospital tengan equipos diseñados para atender emergencias. Si retomamos la comparación de los desfibriladores externos automáticos en lugares no-clínicos, la analogía hoy día es la creación de kits de acceso público a control de sangrados.

Conclusión

En conclusión, el éxito de la preparación contra un incidente de violencia masiva dentro del hospital es la combinación efectiva de prácticas de seguridad física («target hardening»), un plan adecuado de respuesta, el adiestramiento en cómo responder al incidente y los equipos necesarios para hacerlo.

En futuras entradas del blog discutiremos más sobre esto.

 

 

http://jamanetwork.com/journals/jama/article-abstract/2174624

About Gustavo Flores

Gustavo Flores es el Director de Emergency & Critical Care Trainings LLC. Gustavo Flores se preparó como Técnico de Emergencias Médicas Básico en el 1999, luego como Paramédico en el 2002, y recibió su Doctorado en Medicina en el 2008. Ha estado envuelto en EMS durante los pasados 18 años como proveedor y educador en Puerto Rico, el Caribe, Estados Unidos y Latinoamérica. Es instructor de la American Heart Association en BLS, ACLS, PALS. Es miembro del First Aid Task Force del International Liaison Committeee on Resuscitation y delegado de la American Heart Association para ILCOR. También es instructor de la National Association of Emergency Medical Technicians en materia de PHTLS, EPC, TCCC, TECC, GEMS y AMLS entre otros. Pertenece al Subcomité de Ciencia de Educación y Programas del Comité de Cuidado Cardiovascular de Emergencia de la American Heart Association. Es el Puerto Rico State Advocacy Coordinator y pertenece a nivel nacional al Advocacy Committee para la National Association of Emergency Medical Technicians. En adición, es miembro voluntario de FREMS Fire Rescue (www.frems.com), una corporación sin fines de lucro que ofrece servicio de respuesta a emergencias médicas en el área metropolitana de forma gratuita como servicio a la comunidad.